Ayer regresamos a casa (fotos de las vacaciones y demás en los próximos días), contentos, descansados, con las pilas recargadas.
La chiquita, sin embargo, llegó con fiebre y pese a que estaba de muy buen ánimo, fue inevitable que su séptimo cumplemés fuera algo deslucido: visita al pediatra, vómito, llanto, paracetamol...
En principio, no es nada grave y la fiebre debería pasar en un par de días, pero, como es obvio, estamos un poquito alicaídos. Éste es un aspecto de la paternidad al que difícilmente uno puede acostumbrarse.
viernes, 18 de julio de 2008
Cumplemés febril
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