sábado, 8 de noviembre de 2008

Lecturas maternolácteas IV

Uno de los primeros instintos de los progenitores, después de haber traído un hijo al mundo, es el de fotografiarlo; y dada la rapidez del crecimiento, resulta necesario fotografiarlo a menudo, porque nada es más lábil e irrecordable que un niño de seis meses, borrado en seguida y sustituido por el de ocho meses y después por el de un año; y toda la perfección que a los ojos de los progenitores puede haber alcanzado un hijo de tres años no basta para impedir que se insinúe, para destruirla, la nueva perfección de los cuatro, quedando sólo el álbum fotográfico como lugar donde todas esas fugaces perfecciones pueden salvarse y yuxtaponerse, aspirando cada una a un absoluto propio, incomparable.
(Italo Calvino, Los amores difíciles, «La aventura de un fotógrafo»).

Un pasaje muy pertinente para unos padres que entraron en pánico cuando se les dañó la cámara y tuvieron que mandarla al servicio técnico. Por suerte al final nos prestaron una y la perfección de los diez meses quedó retratada.

1 comentario:

Ángela Margoth dijo...

No podría decirse con mejores palabras!!! Si a quienes a distancia vemos cada vez a Camila tan perfecta como desde el comienzo lo ha sido, cómo verán los ojos de Aleja y Luis... Me maravilla que el tiempo pase y que la chiquita nos siga cautivando, que haya siempre nuevos gestos, nuevos juegos, nuevos intereses, en fin, que sea una fuente inagotable de alegría y de felicidad, y, por supuesto, de más y más fotos, que yo siempre veo más de una vez.