El fin de semana estuvimos (una vez más) haciendo cambios en la casa. El comedor se fue para la sala y el espacio liberado de esta forma se convirtió en el nuevo territorio de Camila (no confundir con la habitación de Camila). La chiquita vio convertido su Alcatraz de un metro cuadrado en toda una suite catedralicia de más de siete, digna de Pablo Escobar.
Pese a todos los cambios (y a un horario de visitas bastante liberal en días supuestamente laborables), Camila parece no haber notado la diferencia y cada vez que necesitamos dejarla allí se amotina. Y de motín en motín... Para consolarnos, llevamos un rato diciéndonos que es cuestión de que se acostumbre. O de que se escape.
lunes, 8 de septiembre de 2008
Casa tomada
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