El primer Halloween de Camila debe mucho a la tía Guay, que nos ayudó con el disfraz. La lluvia, la dieta láctea y la apatía de los nativos desaconsejaban salir a pedir dulces, pero la chiquita disfrutó mucho su día zanahorio.
viernes, 31 de octubre de 2008
"Triqui triqui"
jueves, 30 de octubre de 2008
Heridas de guerra IV
Los efectos de los primeros pasitos ya se empiezan a notar: hoy tuvimos que sacar del "territorio" su caja favorita pues en un arranque se rasguñó la frente con una esquina. Nada grave, pero habrá que extremar las precauciones.
miércoles, 29 de octubre de 2008
lunes, 20 de octubre de 2008
Viruta
sábado, 18 de octubre de 2008
Décimo cumplemés
El décimo cumplemés de Camila estuvo muy celebrado. Ayer almorzó en Barcelona con sus padrinos al completo, y hoy lo hizo en Canet, donde aprovechó la ocasión para quedarse despierta casi hasta las once de la noche.
Mañana, prometemos, el camilismo correspondiente, que debe mucho a las cámaras de Javier y la madrina, pues la de los papás lleva un mes en el servicio técnico.
jueves, 16 de octubre de 2008
Volvió la madrina
La madrina vino a visitar a Camila, cargada de regalos bonitos, como siempre. Había venido hace siete meses (cómo pasa de rápido el tiempo), así que la encontró grandísima y muy cambiada. Camila fue a recibirla al aeropuerto, y para que la madrina la reconociera, le ofreció el mismo espectáculo con el que despidió en su visita anterior: media hora de llanto inconsolable en el coche.
domingo, 12 de octubre de 2008
Camila motorizada
Camila tiene coche nuevo. La abuelita de Canet se lo prestó unos días, pero no estamos muy seguros de que Camila se lo vaya a devolver, je je.
Ya se puede ver en acción (hacer clic en "Ver con alta calidad" en la parte inferior derecha).
lunes, 6 de octubre de 2008
¡Camila estuvo aquí!
Esta es una entrada sobre la vida cotidiana de esta casa, por lo que tal vez requiera más explicaciones que de costumbre.
Camila tiene dos "hielos" de plástico para cuando se da algún golpe: uno es para ponérselo sobre la herida, el otro para jugar (de lo contrario no hay forma de que se deje poner el primero). Pues bien, el segundo hielo llevaba varios días perdido. No estaba entre los juguetes ni debajo de los muebles de la sala ni en ningún otro de los sitios en los que se nos ocurrió buscarlo.
Ya lo dábamos por perdido (víctima del agujero negro doméstico que acostumbra tragarse los móviles, las llaves de la mamá, las gafas del papá, etc.) cuando reapareció. Lo encontramos en la "despensa", entre una especie de cajón-canasto en el que la chiquita suele meter la mano para intentar (sin éxito) sacar cosas (la abertura es muy pequeña), pero en el que hasta ahora nunca había intentado introducir nada, y donde, por supuesto, nunca se nos hubiera ocurrido buscarlo.
Entre los frascos de garbanzos y lentejas y los paquetes de arroz, el hielo (hielito) era casi un mensaje: ¡Camila estuvo aquí!
Y ahí estábamos los dos, sus destinatarios inesperados, enternecidos por igual ante lo que, a fin de cuentas, sólo era un trozo de plástico.