La madrina vino a visitar a Camila, cargada de regalos bonitos, como siempre. Había venido hace siete meses (cómo pasa de rápido el tiempo), así que la encontró grandísima y muy cambiada. Camila fue a recibirla al aeropuerto, y para que la madrina la reconociera, le ofreció el mismo espectáculo con el que despidió en su visita anterior: media hora de llanto inconsolable en el coche.
jueves, 16 de octubre de 2008
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