Ayer, a finales de la tarde, tuvimos accidente "laboral" en la oficina.
En un momento, la bebé estaba sentada en la silla del papá viendo (o bailando) su banda sonora, como suele hacer cada vez que pasa a visitarlo, y un instante después se había lanzado al suelo... ¡Cataplum! Un descuido de un segundo se había convertido en una herida en el labio.
La bebé recuperó la sonrisa casi tan rápido como la había perdido, pero el papá quedó achantado el resto del día.
martes, 3 de febrero de 2009
Heridas de guerra V
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