Listo, ya recogí a Jacobo. Lo primero que hice fue revisar los borradores, y me dio risa encontrar esta entrada guardada. No sé por qué no la publiqué, supongo que simplemente porque me faltaba descargar las fotos, pero me hace sentirme más culpable aún... era noviembre de 2015 y quizá si al final hubiera publicado esta entrada cargada de buenas intenciones el blog no habría estado tan abandonado.
Así que aquí va, la publico tal como la encontré, aunque sumándole un par de fotos. Se me ocurre que lo que puedo intentar es ir contando las cosas nuevas y de vez en cuando poniendo cosas viejas. A ver si funciona.
Horror. Volvió a pasar... Varios meses sin actualizar el blog y las entradas se acumulan en borradores o en la cabeza y otras tantas ya se perdieron en el olvido... Pero bueno, sigo en mi empeño de no abandonar el blog y así sea poco a poco quiero contar algunas cosas de estos meses. Nada mejor que comenzar por las vacaciones, ya tan lejanas pero que ahora al ver las fotos he vuelto a disfrutarlas.
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Tuvimos pocos días de vacaciones los cuatro al tiempo, pero aprovechamos para hacer una escapada a la montaña con los primitos, el tío Juan Felipe y la Iaia. Estuvimos en una casa rural muy bonita perdida en medio del Montseyn. Comimos rico, jugamos, disfrutamos de la piscina, caminamos, leímos muchísimo y descansamos.
Los primitos jugaron de a dos, de a tres de a cuatro y de a cinco. Daba gusto verlos. Pasaron horas en las tumbonas de la piscina jugando entre las toallas, o construyendo una casita con palos, o tranquilitos leyendo cada uno en su kindle en las tumbonas del jardín. Y, como no, muy dedicados a Jacobo, que se sabía el centro de atención e iba eligiendo con qué primito jugar. Y mientras tanto, el papá y la mamá leyendo los dos al tiempo, algo que últimamente había sido casi imposible.
viernes, 27 de enero de 2017
La montaña
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