domingo, 20 de febrero de 2011

Treinta y ocho meses

Aunque los meses siguen pasando, obviamente no los tenemos muy en cuenta. Cuando la gente le pregunta cuántos años tiene, Camila no dice "treinta y ocho meses", ni "tres años y dos meses", sino que simplemente contesta "tres", y estira con cuidado tres deditos y los enseña. Tres es para ella un número clave. Dice, por ejemplo "Me como tres uvas porque tengo tres años", o "tengo tres botones, como mis años". O "Léeme tres cuentos, porque tengo tres años". Aunque a veces, de chiste, dice: "Yo ya soy grande, tengo cuatro años, mentiras, es broma...".
Así que lo de llevar la cuenta de los meses es algo que se limita al blog, es una forma de hacer un pequeño resumen de cómo ha sido el último mes de su vida o reseñar alguna cosa en particular. En este caso, el último mes ha sido bastante tranquilo. Habría que destacar que se ha vuelto un poco miedosa a la hora de ver las películas, aunque creemos que quizá se deba en parte a que las entiende mucho más. Sufre cuando salen los malos o cuando le pasa alguna desgracia a los personajes, aunque sepa que al final todo acabará bien. Pinocho, por ejemplo, le hizo derramar muchísimas lágrimas.
Este mes también hay que mencionar el "de acuerdo". Camila termina un alto porcentaje de sus frases con esa pregunta. Por ejemplo: "Primero leemos este cuento y después el otro. ¿De acuerdo?", o "Me como este pedacito de pera y no más. ¿De acuerdo?". Lo dice en un tono muy gracioso, ladeando un poco la cabeza y haciendo un gesto con la mano, pero lo más chistoso de todo es que nos ha pegado la pregunta.
Y por último, éste mes estuvo muy ansiosa con el viaje a la nieve. Todo el tiempo preguntaba cuántos días faltaban para el paseo, o le contaba a la gente que la mamá no había conseguido hotel o, desde hace unos días, que la mamá ya lo había conseguido. Incluso hablando con la Iaia sobre comida japonesa, le dijo "cuando vayamos a la nieve podemos buscar un restaurante japonés. ¿De acuerdo?".

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