Por fin llegó el paseo a la nieve con la Iaia. Camila estuvo realmente feliz: no sólo hicimos muñecos y angelitos y tiramos bolas, sino que nos tocó una nevada increíble y vimos cómo todo se ponía absolutamente blanco. Le encantó comer nieve y montar en trineo, tanto que quería traérselo a la casa. Y también disfrutó mucho en el hotel. Incluso un par de veces dijo que se quería quedar a vivir ahí, seducida sobre todo por la piscina y el jacuzzi.
Eso sí, Camiloco no pudo acompañarnos. Cuando ya salíamos Camila nos dijo que estaba enfermito y no podía ir, que una serpiente mala le había pegado un virus y que se tenía que quedar en la casa. Pobre Camiloco...
Pd. Y Camila no estaba tan equivocada. Sólo en el pueblo que nos quedamos había dos restaurantes japoneses. No los probamos, pero fue toda una sorpresa.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Nieve
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3 comentarios:
¡¡¡Qué padre!!! ¿Cuándo fueron?
¡Genial! Y a qué pueblo fueron? Se ve realmente feliz.
Fuimos al Valle de Arán. Y nos quedamos en Arties. Muy bonito.
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