Ya hemos contado aquí cómo se ha puesto de exigente Camila con los cuentos inventados y lo mucho que le gustan los clásicos. También le encantan los cuentos leídos antes de dormir, y cada noche, si se acuesta antes de las 9, tiene derecho a un cuento o dos. Ella los escoge y sabe medir perfectamente cuáles son los largos y cuáles los cortos, los de la ñapa. El otro día la mamá le leyó dos cuentos y al terminar Camila le dijo: "Ahora un cuento con la boca". "¿Cómo así?", preguntó la mamá. "Sí, había una vez..., uno de esos".
martes, 21 de junio de 2011
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