Camila y papá le regalaron a la Mamá un juego estupendo. Son nueve dados con diferentes objetos en sus caras. Se lanzan y hay con todo lo que salga hay que inventarse una historia. En esta casa solemos contar historias casi todos los días, de esas que Camila llamaba "cuentos con la boca", y a veces nos exigimos incluir ciertos elementos en la narración, pero esta nueva forma de contar historias con los dados también ha resultado muy divertida.
Esta fue la primera historia de Camila:
Había una vez un castillo abandonado y al lado había una huella de un monstruo que comía flores y que tenía una tortugüita que era su amiga. Al lado del castillo había un puente. Un día se cayó una estrella y un niño la vio y se puso feliz. Entonces llamó a su mamá por teléfono y le contó. Y ya era tarde y era hora de dormir. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
(Ahora, repasando entradas antiguas para escribir esta, me encuentro con historias que había olvidado por completo, no sólo las contadas por mi sino también las contadas por Camila, o las inventadas entre las dos. Hay días que realmente me parece una maravilla haber seguido con este blog.)
2 comentarios:
¡Qué regalazo! Y sí, es maravilloso que sigas con el blog.
Qué juego tan bacano, debe ser una gran actividad. Me suena comprarlos, debe ser muy divertido hacer historias así.
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