Hace unos días por fin montamos la cuna de Jacobo en la habitación de Camila, o más bien la habitación de los dos, tal como lo estableció Camila hace varios meses. Si por ella fuera, habría dormido con Jacobo desde el primer día, y últimamente había insistido bastante en que lo pasáramos a su lado, así que cuando decidimos sacar la cuna se puso feliz e incluso ayudó a montarla.
Teníamos la vaga esperanza de que el cambio de habitación mejorara los hábitos nocturnos de Jacobo, pero no fue así, con lo cual después de unas cuantas noches con unas cuatro despertadas diarias decidimos que volviera con nosotros (reconocemos que aguantamos muy poco). Pero bueno, al menos la cuna quedó montada, Camila nos pide "pónmelo en la cuna" para jugar junto a él y con él, y Jacobo juega a ratitos en ella, y le gusta.
El otro día Camila nos sorprendió con este dibujo de los cuatro en una pequeña piedra. Esperamos que pronto Jacobo vuelva a su cuna y las noches sean mejores para todos.
1 comentario:
Muy bien Camila... andas de brujita a ver si puedes hacer que la piedra funcione la piedra como instrumento mágico para moldear el futuro, je, je, y este grandulón se acostumbre a su cuna y esos padres puedan tener noches más apacibles y que ese cuarto sea definitivamente el de "Camila y Jacobo".
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