La semana pasada celebramos el día del padre. Camila llevaba un buen tiempo preparando un regalo a escondidas, y tan a escondidas lo tenía, que a última hora no lo encontró. Por suerte se sobrepuso a la tristeza y se le ocurrió un plan B: Papá piedra con sus hijitos piedras (falta mamá, pero por razones técnicas*) y un mensaje en clave. Ese día además se levantó temprano y fue con mamá a la panadería a comprarle un cruasán de Frankfurt para el desayuno.
Hoy, más de diez días después, encontramos por casualidad el regalo escondido. Estaba debajo del cojín de una silla en la que papá se sienta todos los días. Qué alegría le dio a Camila, que hoy mismo estuvo trabajando para tenerlo listo el día de su cumpleaños.
* Camila se equivocó y pintó a papá en la piedra que había escogido para pintar a mamá, con lo cual le sobró la más grande, que al otro día aprovechó para hacer el dibujo de la cuna de la entrada siguiente.
1 comentario:
Me encantan sus regalos! Sobre todo las piedritas (dile cuándo es mi cumpleaños ;)
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