Hace unos días Camila nos preguntó si podía hacer una fiesta de pijamas y le dijimos que sí. Invitó a 6 niñas y pensamos que alguna fallaría, pero no, pudieron todas, así que terminamos montando un fiestón de pijamas: mímica, disfraces, maquillaje, una obra de teatro, Mario Party, el juego de la nata, pizzas hechas por ellas, peli, palomitas, helado, Mister Bean, cama franca y el exitazo de la noche: pulseras fosforescentes hasta las 2 de la mañana. Y todo esto acompañado de risas, y canciones, y gritos y risas y más gritos, para qué lo vamos a negar. Ah, y de un poco de vómito, pues por desgracia dos de las niñas se pusieron malitas por algún virus que ya traían del cole.
Hace dos años, cuando mezclaron los cursos, Camila lo pasó un poco mal, pero lo cierto es que ahora se siente muy bien y tiene amigas en las dos clases. Son muy distintas a ella, pero se entienden bien y se ve que se quieren. Y en la fiesta se lo pasaron de maravilla. Todas quieren repetir.
Jacobo no se quedó atrás, se fue ese día a dormir a casa de la Iaia y también se lo pasó muy bien: pan, peli, baño, colchón nuevo...
Lo gracioso fue que al otro día vio las fotos y preguntó ¿Y yo dónde estaba? ¿por qué no estaba aquí con las amigas de Camila? Por la noche también le dimos pulseras fluorescentes, pero, cómo no, para él no fueron exactamente pulseras:
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