miércoles, 23 de febrero de 2011

Nieve



Por fin llegó el paseo a la nieve con la Iaia. Camila estuvo realmente feliz: no sólo hicimos muñecos y angelitos y tiramos bolas, sino que nos tocó una nevada increíble y vimos cómo todo se ponía absolutamente blanco. Le encantó comer nieve y montar en trineo, tanto que quería traérselo a la casa. Y también disfrutó mucho en el hotel. Incluso un par de veces dijo que se quería quedar a vivir ahí, seducida sobre todo por la piscina y el jacuzzi.

Eso sí, Camiloco no pudo acompañarnos. Cuando ya salíamos Camila nos dijo que estaba enfermito y no podía ir, que una serpiente mala le había pegado un virus y que se tenía que quedar en la casa. Pobre Camiloco...

Pd. Y Camila no estaba tan equivocada. Sólo en el pueblo que nos quedamos había dos restaurantes japoneses. No los probamos, pero fue toda una sorpresa.

domingo, 20 de febrero de 2011

Treinta y ocho meses

Aunque los meses siguen pasando, obviamente no los tenemos muy en cuenta. Cuando la gente le pregunta cuántos años tiene, Camila no dice "treinta y ocho meses", ni "tres años y dos meses", sino que simplemente contesta "tres", y estira con cuidado tres deditos y los enseña. Tres es para ella un número clave. Dice, por ejemplo "Me como tres uvas porque tengo tres años", o "tengo tres botones, como mis años". O "Léeme tres cuentos, porque tengo tres años". Aunque a veces, de chiste, dice: "Yo ya soy grande, tengo cuatro años, mentiras, es broma...".
Así que lo de llevar la cuenta de los meses es algo que se limita al blog, es una forma de hacer un pequeño resumen de cómo ha sido el último mes de su vida o reseñar alguna cosa en particular. En este caso, el último mes ha sido bastante tranquilo. Habría que destacar que se ha vuelto un poco miedosa a la hora de ver las películas, aunque creemos que quizá se deba en parte a que las entiende mucho más. Sufre cuando salen los malos o cuando le pasa alguna desgracia a los personajes, aunque sepa que al final todo acabará bien. Pinocho, por ejemplo, le hizo derramar muchísimas lágrimas.
Este mes también hay que mencionar el "de acuerdo". Camila termina un alto porcentaje de sus frases con esa pregunta. Por ejemplo: "Primero leemos este cuento y después el otro. ¿De acuerdo?", o "Me como este pedacito de pera y no más. ¿De acuerdo?". Lo dice en un tono muy gracioso, ladeando un poco la cabeza y haciendo un gesto con la mano, pero lo más chistoso de todo es que nos ha pegado la pregunta.
Y por último, éste mes estuvo muy ansiosa con el viaje a la nieve. Todo el tiempo preguntaba cuántos días faltaban para el paseo, o le contaba a la gente que la mamá no había conseguido hotel o, desde hace unos días, que la mamá ya lo había conseguido. Incluso hablando con la Iaia sobre comida japonesa, le dijo "cuando vayamos a la nieve podemos buscar un restaurante japonés. ¿De acuerdo?".

sábado, 12 de febrero de 2011

Caperucita



Dos años después, nuestra caperucita sigue igual de bonita.

jueves, 10 de febrero de 2011

Tiempo de cosecha

El año pasado Camila sembró unas cuantas cosas: un fríjol negro, uno blanco, un par de garbanzos y una patata. Cada día salía al balcón a ver si pasaba algo, y por fin, después de una semana, las semillas germinaron:



Y las plantitas crecieron y crecieron:



Crecieron tanto que tuvimos que trasplantarlas a una maceta, y Camila se encargó de regarlas de vez en cuando:



Por fin, hace un par de semanas, la planta de fríjol negro dio su primer fruto, y Camila lo cosechó.



No nos sirvió para preparar ningún plato, pero por suerte esta semana cosechó sus primeras patatas, bueno, en realidad mini patatitas:



Aunque eran pequeñitas, pudimos preparar una tortilla de patatas y Camila se la comió feliz. Y es que nada como como comerte algo de tu propia cosecha:



La Iaia le compró plantas de fresa, brócoli, cebolla y lechuga, así que la historia continuará...

domingo, 6 de febrero de 2011

Barça

El otro día Camila vio una camiseta de fútbol colgada en una ventana y dijo: "Yo quiero una así pero del Barça". La mamá, sorprendida, le preguntó: "¿Sí, una del barça? Y sabes qué es el Barça?". "No, pero Roger tiene una, y Max y Cedryc también..."

Camila nos ha visto ver muchos partidos de fútbol, e incluso se vio completos algunos del mundial. Hasta ahora no le hemos hablado nada de equipos ni de nombres, pero parece que la presión de grupo comienza a hacer su efecto. Si al final se vuelve hincha del Barça (algo que ya preveíamos cuando no medía ni diez centímetros), la querremos igual, pero eso sí, ya le dijimos que si quiere la camiseta, se la tiene que pedir al padrino.



Pd: Camila acaba de ver la foto y dice: "Yo quiero unas pantuflas así". Le decimos que ya le quedan pequeñitas, que eran de cuando era bebé. Y dice: "Cuando tenga un bebé le voy a poner esas pantuflas"...

jueves, 3 de febrero de 2011

Jugar con papá



Desde pequeña a Camila le gusta coger el control de la Xbox y espichar los botones. Cada vez se interesa más por los juegos y de hecho hay un par que ya hemos terminado los tres juntos, juegos especiales para niños, claro. Ahora tenemos el Kinect, que no se controla con mando sino con la mano, y Camila cada vez lo hace mejor. Por ejemplo, tiene una leona virtual que bautizó "Bonita" y le encanta darle de comer, limpiarla o enseñarle a hacer saltos y piruetas. Es muy divertido verla jugar.

Ayer el papá se encontró un artículo sobre un estudio que hicieron con niños que juegan a la consola con sus papás que concluyó que las niñas (pero no los niños) tienden a ser más felices, a ser más juiciosas, a exteriorizar más las cosas, a estar muy conectadas con sus familias y a valorar mucho el tiempo que pasan con sus papás.

Evidentemente nos pareció muy curioso. Y es que a Camila le gusta mucho jugar con su papá. Hoy, por ejemplo, la mamá tenía que salir un par de horas y papá ya le había dicho que jugaría con ella y la leona, y Camila estaba tan ansiosa, que varias veces durante la tarde le dijo a la mamá: "Vete ya a recoger a la Iaia", o "Mejor vete rápido". Como diría ella, "estaba muerta de jugar".