Y por fin llegó el esperado día. Camila tuvo su desayuno en la cama y sus regalitos, aunque la pobre tuvo que desayunar corriendo, pues en todo caso tenía que ir al cole.
La recogimos a medio día y fuimos a Mataró a comer y luego a saltar y saltar durante más de una hora.
El espacio era todo prácticamente para nosotras solas. Quedamos agotadas, pero con ganas de volver.
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