Y es que no hay día que no disfrutemos de ellos. Ya sea leyendo, recochando, viendo pelis, haciendo "lochita", haciéndonos masajes, escondiéndonos debajo y, cómo no, saltando.
El otro día le hicimos prometer a Camila que cuando tenga hijos les comprará un puf (aunque acaba de decir que cuando se vaya de la casa y se independice se llevará uno, o los dos...).
martes, 11 de agosto de 2015
Nuestros queridos pufs
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